viernes, 21 de julio de 2006

A grandes problemas, grandes soluciones

Pues bien, debido a que he planteado un problema (el fracaso en las oposiciones), me veo en la obligación de proponer una solución. Gracias al ingenio empresarial de mi amigo Ignacio Vallejo, tengo un proyecto de negocio que ni el pan de molde. En concreto, se trata de una empresa diversa, multisectorial, integradora, que reúne lo mejor de la hostelería, las confecciones y textiles y el campo de la cultura. Se trata de una mercería-bar de copas-asesoría literaria (ya lo tengo patentado, por si acaso). Mi adorado Aqualon sería un entorno inmejorable. La empresa se llamaría Mercería-pub El soneto alejandrino. Pónganse ustedes en situación. Un cliente vip entra en el local:
- Hombre Alfredo ¿qué tal?
- Pues nada, aquí que le quiero cambiar la botonadura a la americana ésta que me compré hace seis años.
- ¿Y eso? Los botones de cristal son muy elegantes.
- Ya, pero se casa mi chiquillo y ha organizado una boda un tanto punk. Y he pensado que, a lo mejor, tienes por ahí unos botones con la A de anarquía o con unas caninas mismo.
- Algo debo tener en el almacén. Voy a buscarlos. De beber lo de siempre ¿no?
- Sí.
- Pacooooo... Ponle, un vodka con biofrutas al amigo Alfredo.
- Por cierto, ¿todavía no me has corregido el poema que te traje la semana pasada?
- Claro, hombre. Ahora lo vemos. Hay un verso que no me gusta mucho.
- ¿Cúal?
- El cuarto: tengo más penas que una batidora. Métricamente, está muy conseguido, pero teniendo en cuenta que es un homenaje a tu padre, me parece que rompe la estructura del poema. Pero se puede arreglar. Vamos a acabar primero con los botones y ahora lo vemos.

Estudiar por gusto


Les voy a contar a ustedes qué es, en esencia, estudiar por gusto, estudiar por estudiar, sin esperar nada a cambio. No vayan a creerse el cuento de áquel que estudió ingeniería y ahora, de repente, con su sueldo de 2500 mauros al mes, le da por matricularse en humanidades, antropología o psicología. Qué va hombre. Diga usted que no. Esta suerte de hombres de ciencia arrepentidos no estudian por gusto, sino por arrepentimiento o, en ocasiones, por una ganancia: esa mal llamada cultura general o, mejor expresado, afán de conocimiento. No se dejen ustedes engañar. Estudiar por gusto es sentarse todos los días delante de un material lingüística y conceptualmente empobrecedor, así como repetitivo. Estudiar por gusto es repetirse una y otra vez "tengo que seguir estudiando", a pesar de que uno está punto de vomitar cada vez que lee un párrafo. Estudiar por gusto es pagar ochenta mauros por presentarse a un examen (teniendo en cuenta que el dinero escasea), en el que uno tiene una amplísima probabilidad de aprobar, es decir, un 0,000000000000000001%. Estudiar por gusto es levantarse un domingo a las 7:30 de la mañana, pasar una hora esperando para entrar en el examen, escribir durante cuatro horas y media, desarrollar sendos callos preciosos en los dedos índice y corazón de la mano dominante y, por último, suspender con un cuatro y medio. Por si alguien a estas alturas no lo ha adivinado, estoy hablando de las demoniacas Oposiciones de Secundaria, la más clara demostración de la existencia de Satanás.

martes, 4 de julio de 2006

Motivos para una distimia

No puedo creerlo: me he quedado a un sólo día de trabajo para tener derecho a la prestación por desempleo (paro, en castellano corriente).